sábado, 29 de noviembre de 2008

LA CASA POR LA VENTANA

Desempolvé de pronto todo mi optimismo... Me levanté como si hubiera sido un paralítico que de pronto recibía el don de caminar, y a la velocidad del viento cuando se enrolla deshilachando nubes de tormenta... comencé los preparativos de un fin de año que hasta hoy, antes del milagro, parecía pasarme por todos los costados, sin atravesarme ni un poquito. Impermeable de la mejor tela inglesa, para todas las emociones posibles, que les llovían a todos y parecían inducirlos a alguna cosa.
Fui al supermercado, el supermercado hoy en día, es, en las grandes ciudades, como una especie de oráculo finisecular. Como el de Delfos, nos dice a cada uno de nosotros -si es que lo interrogamos, claro- aquello que deseamos escuchar. Así, me reveló, entre melones y góndolas repletas de frutas secas y abrillantadas, que era merecedora de una fiesta. Que estaba bien si gastaba aún lo que no tenía para tirar mi casa por la ventana y poner en mi mesa aquellos manjares a los que nuestro mantel, no nos tiene cotidianamente acostumbrados. Estaba bien. Ya vería cómo lo pagaba, festejar sería, como siempre, mejor que no festejar. Y el fin de este año, más que un fin podía ser tomado como el principio de algo grande, de algo poderosamente verosímil, de un período capaz de permitirme transitar con la ropa que más me gusta, por un camino sin cornisas.-"Cual es el mejor momento para algo?"-le pregunté a la rúcula. -Este puede ser el mejor momento-me contestó- o no ser.
Pensé entonces que la idea de la fiesta era una idea maravillosa, y que se hiciera en mi propia casa, era una idea aún mejor. Porque si es este el mejor momento-pensé- será bueno estar ahí para vivirlo, y si no es -volví a pensar- será bueno estar ahí para esperarlo... Sea como fuera lo importante sería estar todos juntos.
De una manera u otra ir avisándole a todos que nuestra casa estaría abierta. Abierta a los que vendrían de verdad y a los que aparecerían invisibles para los otros solo porque yo los dejaba colarse en mi corazón, que siempre le deja un lugar a cada uno...
Dentro del torbellino de mis ilusiones, elegí los diferentes platos y acepté la moción de algunos de los comensales de servir un poquito de cada cosa... nada de un gran pavo o un gran lechón... Despediríamos al año como lo habíamos vivido, saboreando diferentes gustos, así como nos había pasado, alternaríamos en nuestra boca diferentes texturas y sabores, lo dulce con lo salado y lo amargo y lo agrio y los duro con lo blando... todo en una noche... como un cuadro sinóptico que nos resumía las diferentes alternativas que nos habíamos visto obligados a atravesar...
Sentí que la casa también debería verse diferente, y que la mesa debería iluminar sus ofrendas con velas especiales...Una velas enormes doradas y unas tiras de papel crepé que corté finitas y colgué de punta a punta atravesando la sala espiraladas. Unos globos brillantes, inflados cada uno por mi, con parte de mi aire, infladísimos, en su punto máximo... pendiendo del techo.
Mientras subía y bajaba de la silla, a la que me trepaba para alcanzar más alto, y buscaba la punta de la cinta de pintor, que se perdía irremediablemente, cada vez que cortaba un pedacito, decidí, que la única música posible para acompañarme en ese trabajo, era el compacto compilado de tarantelas, y de pronto mi sangre, que venía del letargo impredecible en el que solemos aterrizar algunas veces -sobre todo cuando no es ni enero ni febrero ni marzo ni abril ni mayo ni junio ni julio ni agosto ni setiembre ni octubre ni el undécimo mes del año- comenzó a fluir por mi cuerpo de una manera diferente, y cada músculo se puso en su lugar y cada célula tuvo que aceptar sin discusiones, que yo estaba preparando una fiesta.
Y así como se contagia la tos convulsa, la estomatitis o la pediculosis, mi optimismo también contagiaba, y no hubo quién pudiera hacerse el distraído, todos tuvieron que acatar mis "agarrádeahíparavercuántofalta", mis "alcanzamelatijera" mis "¿estáderecho?" y enrolarse en ese ejército de idas y venidas, e invitaciones en los contestadores automáticos para brindar juntos después de las doce...
Sé de algunos que no acudirán seguro... Sé de algunos que seguro acudirán...Brindaremos por lo que fue, lo que no fue, y lo que será, también por lo que desearíamos que ocurra. Bailaremos hasta que nos caigamos rendidos en alguna parte de la casa, y ya nadie tenga fuerzas ni de contar el último chiste de la noche... Nos diremos una y mil veces "Feliz Año!" con la mejor mirada que encontremos y acomodaremos nuestro abrazo al que abracemos, para decirle lo mucho que lo amamos.
Ojalá que muchos estén humedecidos por las ganas de empezar de nuevo, que no es otra cosa que seguir adelante. Ojalá mañana, cuando empiece el día del año que se termina, en mi casa y en las otras, muchos se encuentren encontrándose...

Adriana Penerini
Autora de Brushing Secretos de peluquería y otros relatos.
Autora de La aventura de ser mamá.
Directora de www.bebeabordo.com.ar

martes, 19 de agosto de 2008

Perdidos (inédito)

Ella me dejó, dijo en voz muy baja.
Pero luego de mirar fijamente el mantel unos segundos, mientras jugaba con unas migas de pan, dijo también que tal vez era él el que la había dejado antes.
Sin darse cuenta, claro.
Sufrí mucho, porque yo no sabía que le había hecho algo a ella, pensé que ella me había hecho algo a mi.
Y enojado la acusé de miles de cosas espantosas.
Le grité, le dí portazos en la cara, y cada vez que pude le retacié el dinero, como si con eso pudiera manejarla.
Porque en verdad tenía ganas de tocarla, pero ya no me dejaba.
Creo que no la toqué nunca más.
El cuerpo digo, tal vez si con palabras.
Fui una mala persona como nunca antes creí que podría serlo.
Durante mucho tiempo lo viví como una injusticia, como una traición, como una mentira imposible de creer.
Ella me dejó, y me dejó así, solo, como me ves.
Después hubo otras mujeres, claro, pero en verdad sigo solo.
Yo no sabía quién era, era raro porque siempre creí que sabía pero así es que, como no sabía quién era, no sabía para dónde ir.
Por eso estaba perdido.
Y eso que yo la quería...Mucho la quería.
Tanto.
Tal vez por eso pensaba que era mía, y que nunca iba a separarse de mi, como no se me ocurre pensar que un brazo mío decida dedicarse a la prestidigitación, mientras con el otro yo siga con la pesca, o una pierna se vaya de vacaciones a la playa, mientras yo con la otra voy a la montaña.
No sé, no se me ocurrió.
Ella me dejó, o yo la dejé, no sé, lo que sí sé es que estoy así, entero pero como partido.
Me siento como si fuera una parte de algo.
Perdido dando vueltas por la ciudad como si no la conociera como si los carteles de las calles se hubieran borroneado, como si las esquinas se hubieran cambiado de lugar.
Me entendés? preguntó , casi como si de pronto hubiera recordado que yo estaba ahí.
Me acerqué ­mucho- y le dije mirándolo a los ojos: Creés que todas las mujeres besan igual?
No pudo responderme.

Adriana Penerini

viernes, 27 de junio de 2008

miércoles, 23 de abril de 2008

Feria del libro

La Feria del libro en Buenos Aires, es una muy buena excusa para el encuentro.

Los lectores y los escritores se conocen, ya sea a través de su obra o personalmente.

Quien haya sido feliz leyendo un libro que le ha llegado al corazón, sabe de lo emocionante que es hablar con el autor.

Lo que tal vez no imagina, es lo emocionante que es para el autor todo lo que el lector le suma a su obra y a su persona con comentarios, pareceres, sensaciones...



Los escritores también nos nutrimos de esos encuentros.



Los espero para encontrarlos o reencontrarlos el sábado 10 de MAYO a las 19, en el Stand 823 de Editorial Dunken, donde firmaré ejemplares de mi segundo libro "Brushing, Secretos de peluquería y otros relatos".


Como los espero en el Blog siempre, pero esta vez con la posibilidad de mirarnos cara a cara.

Será un placer.

Si ya tienen el libro, y lo traen, se los dedicaré especialmente.



Nos vemos(De verdad) en
La Rural, Predio Ferial de Buenos Aires
Ubicada en el barrio de Palermo
Avda. Santa Fe 4201, frente a Plaza Italia

Adriana Penerini

Directora del blog

jueves, 3 de abril de 2008

Recomendación!

Les recomiendo una película sobre la vida de la escritora inglesa Jane Austen.
Se llama Becoming JANE y fue escrita y asesorada por Jon Spence.

Les copio textual unas palabras puestas en boca del reverendo, que además era su padre mientras daba un sermón:
"Lo principal del caracter de una mujer se expresa en los deberes de hermana, hija y con el tiempo de esposa y madre, y es asegurado por la suave atracción, el amor virtuoso y la tranquilidad en las mañanas...
Si una mujer llega a tener una particular superioridad o una mente profunda es mejor mantenerlo en profundo secreto, el humor agrada más, pero el ingenio, es el más traicionero talento de todos."

No obstante su padre, en 1794 cuando ella no tendría aún 20 años le compraba papel pergamino -muy costoso en esa época- y le regaló su primer escritorio.

Prueba de que de algún modo, confiaba en ella.

Nunca fue "desposada"!!!
Era la oveja negra de una sociedad pacata.
La madre le dijo un día "No serás nada si no te casas" y ella respondió:
"Podría vivir de mi"

Escribió seis novelas.
Dos de ellas Orgullo y prejuicio y Persuación son las más conocidas.
De la primera, también puede verse una película maravillosa.
Ojalá disfruten de esta recomendación y me cuenten qué les pareció la peli, o Austen o lo que sea que hayan pensado a partir de esto!

En nuestro grupo Mujeres que Bailan que iniciamos en Abril trabajaremos algunos pasajes de estos textos.
Para que todas "las Janes" salgan a dar un paseo, y se reconozcan como quienes verdaderamente son!

Adriana Penerini