martes, 19 de agosto de 2008

Perdidos (inédito)

Ella me dejó, dijo en voz muy baja.
Pero luego de mirar fijamente el mantel unos segundos, mientras jugaba con unas migas de pan, dijo también que tal vez era él el que la había dejado antes.
Sin darse cuenta, claro.
Sufrí mucho, porque yo no sabía que le había hecho algo a ella, pensé que ella me había hecho algo a mi.
Y enojado la acusé de miles de cosas espantosas.
Le grité, le dí portazos en la cara, y cada vez que pude le retacié el dinero, como si con eso pudiera manejarla.
Porque en verdad tenía ganas de tocarla, pero ya no me dejaba.
Creo que no la toqué nunca más.
El cuerpo digo, tal vez si con palabras.
Fui una mala persona como nunca antes creí que podría serlo.
Durante mucho tiempo lo viví como una injusticia, como una traición, como una mentira imposible de creer.
Ella me dejó, y me dejó así, solo, como me ves.
Después hubo otras mujeres, claro, pero en verdad sigo solo.
Yo no sabía quién era, era raro porque siempre creí que sabía pero así es que, como no sabía quién era, no sabía para dónde ir.
Por eso estaba perdido.
Y eso que yo la quería...Mucho la quería.
Tanto.
Tal vez por eso pensaba que era mía, y que nunca iba a separarse de mi, como no se me ocurre pensar que un brazo mío decida dedicarse a la prestidigitación, mientras con el otro yo siga con la pesca, o una pierna se vaya de vacaciones a la playa, mientras yo con la otra voy a la montaña.
No sé, no se me ocurrió.
Ella me dejó, o yo la dejé, no sé, lo que sí sé es que estoy así, entero pero como partido.
Me siento como si fuera una parte de algo.
Perdido dando vueltas por la ciudad como si no la conociera como si los carteles de las calles se hubieran borroneado, como si las esquinas se hubieran cambiado de lugar.
Me entendés? preguntó , casi como si de pronto hubiera recordado que yo estaba ahí.
Me acerqué ­mucho- y le dije mirándolo a los ojos: Creés que todas las mujeres besan igual?
No pudo responderme.

Adriana Penerini